La Orden Sacerdotal es el otro sacramento que alcanza su plenitud en el servicio al otro, a la comunidad, al pueblo de Dios. Es el sacramento, en el cual la persona consagrada es señalada indeleblemente y enviada para acompañar, guiar y santificar a la comunidad de fe siguiendo el ejemplo de Jesús, quien es el único Sumo Sacerdote, en quien, todas las cosas. son reconciliadas y santificadas
(Cf. Hebreos 8, 1, 9, 15)
Desde nuestro bautismo, todos estamos consagrados/as como sacerdotes, pero es el sacramento de las órdenes sagradas lo que marca de manera especial a aquellos que, sintiendo en sus corazones la voz de Dios, desean seguirlo y servirlo más específicamente como sacerdotes.
Hoy más que nunca notamos una disminución en las vocaciones a la Orden Sacerdotal. Hay muchos llamados y pocos los que responden con fidelidad y constancia a esta invitación de Dios.
La oración por los sacerdotes y por las vocaciones al sacerdocio debe ser una oración constante en los corazones de todas las comunidades de fe.
Es Jesús quien instituyó este sacramento, eligiendo un grupo de seguidores para participar con él en la misma dignidad sacerdotal.
(Cf. Lucas 22, 19)